El Chamanismo Entrelazado con la Neurocienca en la Actualidad



Un Artículo de la Revista Somos

Con las condiciones adecuadas, podemos generar un cuerpo completamente nuevo. Sobre esto y mucho más, conversamos con Alberto Villoldo, científico, sanador, sabio, chamán.


Por Eva Débia

Alberto Villoldo, antropólogo médico y psicólogo Ph. D. ha dedicado su vida al estudio de la medicina chamánica, rescatando su sabiduría milenaria y actualizando sus técnicas de sanación. 


Convivió por varios años con comunidades andinas y amazónicas, aprendiendo de los maestros más realizados en su disciplina.


Luego, él sintetizó estas enseñanzas y las convirtió en prácticas asequibles para la mente y estilo de vida de nuestra sociedad moderna. Así, hace más de treinta años fundó en Estados Unidos su escuela The Four Winds Society alcanzando a más de dos mil estudiantes activos alrededor del mundo.


Alberto es autor de una docena libros como Chamán, Sanador, Sabio, y Conecta tu Cerebro, que han alcanzado gran popularidad en numerosos países. Hace cuatro años, él y su esposa, Marcela Lobos, decidieron compartir en español sus enseñanzas; así fundaron la escuela Los Cuatro Caminos, con sede en México y Chile. En esta entrevista, Alberto nos cuenta sobre sus descubrimientos.


– ¿Cómo conjugamos la sabiduría de los antiguos chamanes con el hoy?


-En los tiempos antiguos, el chamán era el sabio, el que danzaba en el borde entre lo conocido y lo desconocido. Hoy, entendemos que tenemos un campo de información en forma de cuerpo de luz o campo luminoso que nos rodea: este campo es el software, y nuestro hardware es el ADN. 


Si incrementas la calidad de la información del software, descargas la versión actualizada, puedes crear un cuerpo nuevo, no solamente sanar una enfermedad.


¿En qué se basa la medicina ancestral?

– El chamán siempre ha tenido una sola búsqueda: el infinito, y eso no cambia. Las tradiciones de sanación se basan en la experiencia de lo infinito, porque la muerte y la enfermedad solo existen en el tiempo; entonces, al escaparnos del tiempo lineal podemos entrar en un plano en que podemos cambiar el campo energético para crear salud. 


El problema es que hoy en día muchas de las tradiciones de sanación están acopladas al sistema occidental médico. Están tratando un síntoma, un cáncer, una fibromialgia, un diagnóstico.



El chamán no trata enfermedades sino que crea la salud, regenera el cuerpo. 


No solo desde una perspectiva teórica, sino teniendo la vivencia, sabiendo cómo reinformar el campo luminoso para crear un nuevo cuerpo. El chamán diferencia entre la teoría y la sabiduría. Teoría es saber que el agua es H2O; sabiduría es poder llamar a la lluvia.


– ¿Y cómo es ese proceso?

– Hay que reparar el cerebro. Estamos expuestos a un nivel de estrés bárbaro, vivimos en un estado de lucha o fuga, y al no poder huir o luchar, quedamos paralizados. 


Esto resulta en la producción de las hormonas adrenalina y cortisol, ambos esteroides. Nuestro cerebro hoy en día es como una aceituna en un cóctel de cortisol, que daña el hipocampo, estructura que nos permite aprender y tener nuevas experiencias.


Cuando el hipocampo se daña, se deja de aprender de una manera novedosa. Uno vive en un estado constante de peligro y ya no sabe ni sanarse, ni cómo amar, ni cómo hacer una vida nueva.


– Es como si espiritualmente uno fuera cerrando las ventanas por dentro y con llave…


– Exacto. La medicina chamánica está basada en la experiencia del infinito que hace que cambie la calidad de la información del campo luminoso, y así se crea un cuerpo nuevo. Pero esto debe ser acompañado con una reparación del cerebro, porque el cerebro es el intermediario entre el campo y el cuerpo.


Además, hoy en día hay que desintoxicarse. Si tenemos un cerebro que está dañado por los pesticidas, el aire y el agua contaminada, es muy difícil sanarse.


Estas toxinas no se conocían hace 50 años, y en ese entonces, no se hablaba de Alzheimer, ni de alto porcentaje de hiperactividad en los niños, tampoco teníamos el alto grado de cánceres que tenemos hoy. 


Hay métodos de desintoxicación muy sanos, que consisten en acudir a las plantas y a todo lo que es verde, porque sus fito nutrientes estimulan el detox, apagan los genes que generan la enfermedad y prenden los genes que estimulan la salud: apagan más de 500 genes nocivos, y encienden más de 200 que crean salud.


Después de eso, se debe reparar el cerebro con suplementos como el omega-3. Originalmente, el omega-3 lo conseguíamos de los peces pero hoy el pescado viene de las granjas, y está alimentado con maíz, y no se puede producir omega-3 del maíz…, así que estamos comiendo pescado que carece de este suplemento. 


Hay estudios que indican que si le das omega-3 a una guagua, en un año su coeficiente de inteligencia (que no cambia durante la vida) aumenta en un 20%. 


En adultos, permite regenerar lo suficiente para poder coreografiar una sanación y tener ideas originales. Hay que recordar que el organismo es un sistema de comunicación; si el cerebro no funciona, no importa lo bien que uno coma, ni cuánto medite. 


Hay que reparar el cerebro. Y todos los medicamentos chamánicos alrededor del mundo eran precisamente para eso, para reparar el cerebro.




Nuestro segundo cerebro


– Después de reparar el cerebro, ¿qué sigue?


-El número dos corresponde a nuestro segundo cerebro, que está en el abdomen. Este guía la digestión.


El 90% de nuestro ADN es microbial; no es el genoma, sino el bioma. Tenemos una relación simbiótica con más de 600 variedades de microbios, que coexisten con nosotros.
 

Lo que realmente llamas “tú”, es el 10% restante: somos una colonia. Un grano de arroz tiene más de 90 mil genes en su ADN, nosotros tenemos 24 mil nada más, porque estamos pirateando el sistema de todos estos microbios para que nos produzcan vitaminas, nos protejan y nos alimenten.


Por ende, el segundo punto es que hay que restablecer la colonia, con probióticos. Así que si vas al campo y te vas a comer una zanahoria, no la laves demasiado porque está llena de microorganismos buenos (salvo que esté cultivada con pesticidas y químicos). 


Y hay que tomar probióticos. Si has tomado antibióticos alguna vez en tu vida, tienes que tomar probióticos por 6 meses.


 ¿Y qué sucede con el plano energético?

– La medicina dice que lo que comemos son calorías, pero no es así, es información. La caloría es la medida más bruta de esa información; en el campo energético, también es información, y al subir la calidad de la información, sube la salud del organismo. 


Entonces, empezamos genéticamente a expresar salud y no lo que traemos desde nuestro karma genético, de cómo se enfermaron y murieron nuestros padres.


Eso es lo que queremos romper, ese ciclo kármico o genético, y tenemos las tecnologías para hacerlo. Hoy tenemos acceso a los probióticos que nos recolonizan y repoblan con los microbios inteligentes. 


Ojo, cuando hablamos de probióticos, no nos referimos a los que se venden como tal en los supermercados; esos están muertos y tienen, por ende, muy poca viabilidad.


 ¿Cómo opera esta regeneración?

– La naturaleza nos programó para la reproducción, no para la longevidad. A partir de los cuarenta, se empiezan a apagar ciertos sistemas que ya no son necesarios, porque el organismo perdió su valor reproductivo. 


La hormona de crecimiento, o los sistemas de antioxidantes (ojo, que estamos hablando del que se produce dentro de la célula, pues el que se toma oralmente no sirve de mucho), esa capacidad de las células de generar antioxidantes se pierde, pues el organismo perdió su valor reproductivo. 


Las plantas utilizadas por los chamanes eran para reactivar estos sistemas que se habían apagado, dentro de cada célula, sin necesidad de tomarlos desde afuera.


 ¿Cuánto demora este proceso?

– Se puede reparar el cerebro en 6 semanas; se puede reparar el sistema digestivo también en 6 semanas. Después de ese proceso, si al cuerpo se le dan ciertos alimentos, comienza a generar células madres, dentro del cerebro, del hígado, del corazón. Y se comienza literalmente a crear un cuerpo nuevo. 


Estamos adelantándonos 20 años en tecnología respecto de lo que va a pasar, pero a la vez nos estamos dirigiendo a lo que pasó hace dos mil años.




Enseñanzas

Al ser consultados por Los Cuatro Caminos, Marcela toma la palabra: “Quienes viven en un nivel de estrés alto, de alguna manera están escogiendo vivir en ese paradigma. A veces, porque no conocen otro, a veces por miedo a lo nuevo y desconocido. 


El chamán de alto nivel (no el curandero) no se suscribe a la realidad mediocre, sino que la mira desde lo lejos desde un estado de percepción amplio y distinto. 


No se trata de irse a vivir a una cueva en una montaña, sino de quedarse a ayudar al mundo que sufre, pero la solución no está dentro del sistema; de alguna forma hay que salirse del paradigma, y esto es precisamente lo que ofrecemos en nuestras clases”.


Marcela explica que la Rueda Medicinal son los cuatro pasos para convertirse en una persona de conocimiento y sabiduría: “En la Rueda Medicinal hay cuatro caminos asociados: el camino del Sanador en el Sur, del Guerrero en el Oeste, del Sabio o el Maestro en el Norte, y del Visionario en el Este”.


En el caso de la dirección Sur, “se aprende a dejar atrás la historia personal, como una serpiente desecha su vieja y destartalada piel, todo de una vez, para conocer al ser esencial y caminar livianamente por el mundo”, comenta Marcela. 


“Esto se logra con el proceso de iluminación que borra las impresiones de traumas de nuestro cuerpo luminoso. La iluminación no solo sana, sino que permite vivir estados de consciencia antes reservados para grandes maestros”.


En la dirección Oeste, “se reconoce las energías ajenas a nuestro ser esencial, como el miedo, la pena, la soberbia o la ira, que nos mantienen en situaciones y relaciones tóxicas, y/o energías intrusas de variadas índoles. 


Aquí se aprende el proceso de extracción que puede liberarnos de estas energías y, además, cómo transformar nuestras afinidades a las mismas”, remarca la chamana. 


“Por su parte, en la dirección Norte se descubre la herida psíquica original que informa nuestro destino y los contratos que ha realizado nuestra alma, incluso antes de nacer, y que no nos permiten vivir en armonía. 


Aquí se aprende a re-escribir estos contratos, a conectarnos con nuestro animal de poder, y a recuperar los fragmentos perdidos de nuestra alma, que nos llevan a un estado de gracia”.


Finalmente, en la dirección Este se aprende el camino al “más allá”. Marcela acota que esto está descrito “por las grandes tradiciones espirituales, liberándonos así de una muerte inoportuna, y se adquiere las herramientas para poder asistir a un ser amado o cliente en su transición final. 


Se puede ver que toda nuestra realidad es la proyección de nuestra psiquis, y se aprende que con la intención y la energía se puede crear un mundo mejor: se aprende a soñar el mundo que queremos”.


La especialista explica que “las tres maestrías implican caminar con protección en el mundo, leer las señales del destino y vivir en lo sagrado; en ellas desarrollamos habilidades indispensables en una persona de poder y visión”.


Marcela remarca que “lo que se facilita no es conocimiento intelectual, no es información, sino que son vivencias. Se le da un contexto, para que la mente se quede tranquila, pero lo que más nos interesa es que la gente tenga experiencias del infinito”.


Más información sobre Alberto Villoldo y su trabajo en 





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