La Idea del Amor: Rechazamos el amor incondicional por el miedo a sentir su intensidad

Necesitamos una idea del amor que se pueda moldear lo suficiente como para mantener nuestro pensamiento de lo que es correcto. 

Alguna vez has pensado que alguien que decía amarte, te estaba mintiendo? Sobre todo después de una discusión.

Es normal que pensemos que nos miente, es más, necesitamos pensar que es mentira, porque si fuera verdad que me ama a pesar de esta discusión, significa yo soy el único que está manteniendo el enfado de esa discusión. 

Y si solo yo estoy enfadado, mi enfado no tiene sentido, por eso necesito pensar que me miente.

Porque claro, si yo suelto mi enfado, también le estaré amando y esto da mucho miedo asumirlo. Haber si va a ser que yo también le amo a pesar de enfadarnos, lo que entonces, vuelve a hacer que el enfado no tenga sentido. 

A no ser que lo que quiero conseguir al enfadarme, es sostener mi idea personal de que en el amor no se discute, por lo tanto, tengo que hacer el esfuerzo de no darle amor, aunque lo ame, porque pienso que no se lo merece y en mi idea del amor no se discute.

Lo que ocurre con esto en realidad, es que en el fondo pienso que soy yo el que no se merece que la ame, a pesar de la discusión, porque pienso que eso significaría no hacerme valorar. 

Y para valorarme tengo que rechazar mi amor por el otro. Lo que hace instantáneamente que no me valore, ya que al rechazar el amor que siento por el otro, bloqueo automáticamente el amor que siento por mí.

Reconocer esto es tan intenso y tan doloroso, que necesito una idea del amor donde yo pueda jugar el rol que me mantenga en la sensación de que estoy seguro, ya que me genera mucha inseguridad que el otro me ame aún estando enfadado.

Rechazamos el amor incondicional por el miedo a sentir su intensidad, por eso generamos una idea de amor incondicional con pequeñas condiciones. Ya que significaría reconocer que quizá, no sé lo que es el amor y eso nos asusta.

Héctor Ibáñez

Psicoterapeuta Transpersonal

Acompañante de Bioneuroemoción