Cuidar sin descuidarse a uno mismo: Síndrome de Carga del Cuidador




¿Te estresa cuidar de los demás? Cada uno interpreta su trabajo de una forma diferente y nuestra forma de percibirlo determina nuestra experiencia personal. 


Ciertamente, podemos cuidar a las personas desde el amor o la obligación. Cuando te molesten las circunstancias de tu trabajo, pregúntate: ¿de qué forma tiene que ver conmigo? ¿qué relación tienen las necesidades que veo en los demás con mis propias necesidades?



La principal función de los cuidadores es asistir a personas con pérdida de autonomía —física, intelectual, mental o sensorial—, para ayudarles aumentar su calidad de vida. 


Según los estudios realizados hasta la fecha, los cuidadores son un colectivo muy propenso a desarrollar lo que comúnmente se conoce com: 


«Síndrome de Carga del Cuidador» (SCC), que se caracteriza por un agotamiento emocional, una disminución de la empatía, así como alteraciones en el sistema inmune.


Aunque las causas de este síndrome son multifactoriales, se ha evidenciado en múltiples estudios que las creencias del cuidador con respecto a su labor y su forma particular de afrontar sus funciones repercuten directamente en su estado emocional. 


Cada persona tiene una idiosincrasia y una forma de pensar propia que determinan en gran medida cómo interpreta lo que sucede. 


A alguien que sufriera este síndrome, la pregunta que podríamos hacerle sería: ¿qué es lo que te molesta concretamente de tu trabajo?


Las creencias que subyacen nuestros conflictos proceden habitualmente de situaciones vividas anteriormente.


Nuestras experiencias de vida, así como la educación que hemos recibido, tienen un papel determinante en las creencias que marcan nuestra percepción del entorno. Una vocación profesional también tiene un sentido dentro del marco emocional y familiar de una persona.


Por eso, podemos observar cómo habitualmente las personas que se dedican profesionalmente al cuidado de otros, de alguna forma han experimentado ese rol a lo largo de su vida en diferentes situaciones. 


Esto puede ser por exceso o por defecto, es decir, en muchas ocasiones pueden provenir de entornos desprovistos de protección donde el objetivo inconsciente es compensarlo con su conducta. 


En otros, la experiencia está relacionada con haber tenido que hacerse cargo de alguien desde edades muy tempranas, asociando de esta forma la atención y el cariño de los suyos según el grado de ayuda que esté dispuesto a proporcionar. 


Así, el cuidado hacia los demás es el cuidado que nos debemos a nosotros mismos.


La empatía es una herramienta muy valiosa que nos permite comprender a los demás, sin embargo, cuando la usamos en exceso corremos el riesgo de compartir el sufrimiento ajeno en lugar de sostenerlo.


Desde Enric Corbera Institute se cree que, cuanto mayor es nuestra identificación con los problemas del otro, más nos afectan. 


Por eso, el método de la Bioneuroemoción® que hemos desarrollado, propone preguntarse siempre: ¿qué me estresa de esta situación?, ¿qué tiene que ver conmigo? ¿qué estoy descuidando de mi para cuidar a los demás? 


Siempre estamos viendo aspectos de nuestra propia personalidad, proyectados en el otro. Cuanto mejor cuidemos de nosotros mismos más capaces seremos de cuidar a los demás. 


¿Y tú, sabes cuidar a los otros sin descuidarte a ti mismo?







En la vejez, en la enfermedad y en los casos de dependencia, la figura del cuidador se ha convertido en una pieza necesaria y fundamental. 


Por elección o por obligación, la mayoría de nosotros seremos cuidadores en algún momento de nuestra vida y conviene estar preparados para ello.


En palabras de Vicente Prieto, director de Clínica del Centro de Psicología Álava Reyes, la clave es cuidar al otro sin dejar de cuidarse uno mismo. 


No debemos renunciar a nuestra vida, ni sentirnos culpables ni perder nuestra autoestima. Por el contrario, hemos de saber priorizar, evitar el desgaste emocional, pedir ayuda cuando el agotamiento nos invada y, por supuesto, comunicarnos de manera positiva con la persona a la que cuidamos. 


Con el relato de numerosos casos clínicos y una sorprendente capacidad para transmitir pautas concretas de actuación, el autor de La soledad del cuidador nos enseña a mantener una actitud de apoyo y serenidad.




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