Sumergiéndome en una Dimensión Profunda


Viaje hacia la profunda unidad de la Mente


Al embarcarse en el viaje hacia la unidad profunda de la mente, se disuelve temporalmente la dicotomía entre el yo superior y el inferior, el observador y el observado, el centro y la periferia. 


En su lugar, emerge un vasto y único flujo vital que se expande y fluye, desprovisto de deseos o aspiraciones más allá de la mera existencia.


Este viaje es un misterio, una inmersión en una dimensión donde se manifiestan los infinitos potenciales y reflejos de las realidades existentes. 


Reconozco que estos reflejos infinitos son proyecciones de mi propia conciencia, como si estuviera inmerso en un salón lleno de espejos, cada reflejo guiado por la fuerza esencial del alma en movimiento.


Sin embargo, en medio de este fluir de realidades, surge un momento donde mi atención se enfoca en un único reflejo, impulsada por la emoción que el alma susurra. 


Este reflejo se convierte en la semilla de la realidad que está por experimentarse.


En ese instante, sé que esta realidad florecerá y se materializará en el mundo tangible. La experiencia a la que he dirigido mi atención me presentará nuevos desafíos y significados, que debo abordar para trascender mi existencia actual en el mundo material.


Me doy cuenta de que tengo la libertad de elegir entre ser moldeado por las ilusiones de otros, persiguiendo un camino que me presentan como único y verdadero, o ser el arquitecto de mis propias ilusiones, llevándolas a la realidad.


En mi interior reside el poder de elección: experimentar mis propios reflejos en unidad profunda conmigo mismo o depender de los reflejos superficiales que otros me muestran, marchitando los míos y cayendo en un camino ilusorio ajeno a mi verdadera esencia.


Sea cual sea nuestra elección, somos los creadores de nuestra propia realidad. La calidad de esta creación dependerá del potencial del reflejo, ya sea interno o externo, que elijamos experimentar.





Montse Valera

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